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Donde habite el olvido

Donde habite el olvido, / en los vastos jardines sin

aurora; / donde yo sólo sea / memoria de una

piedra sepultada entre ortigas / sobre la cual el

viento escapa a sus insomnios.

 

Luis Cernuda

 

Jorge Sarsale crea con tiras de papeles recortados, mediante una precisa composición construye –la elección del verbo no es azarosa– nuevas formas sobre un soporte propio. La técnica se distancia del carácter aleatorio de la yuxtaposición del collage moderno (en la que cada fragmento solía mantener su identidad) para afirmarse como el concepto de un procedimiento material. Consciente de la crisis de los elementos modernos en la contemporaneidad tardía, el artista trabaja con sus restos, como el propio papel y la imagen resultante. Esta última asume la convicción estética de la abstracción; permite en la experiencia de la contemplación aceptar que perdura un criterio de valor en la estructura de la obra.

 

Esta materialidad distintiva, fragmentos de lo real, implica una restricción (señal de una obsesión técnica, próxima a la neurosis de ser siempre uno mismo). Sarsale organiza las obras en series, que en su variedad comparten una característica: si se presenta alguna disonancia se alcanza la armonía en la sucesión espacial del montaje. En Oblivion, el espectador al observar sucesivamente cada pieza de la serie logrará distinguir no solo desplazamientos y yuxtaposiciones de elipses, curvas geométricas, sino también inesperadas ilusiones tonales bajo el nihilismo de la monocromía. Cada serie constituye una forma de organización –en la que piensa el problema de la iconicidad– impulsada al espacio real gracias a la secuencia armónica. El resultado de cada obra, de distintos formatos, es una laboriosa superficie de sutiles cualidades plásticas, una diferenciación que no necesita apelar a lo contingente porque domina aquello que puede ocurrir. Por control e intención, la huella del propio artista no se registra, sin embargo se trata de una abstracción con sensibilidad formal, distante de la cita a la racionalidad funcionalista moderna. Ante sus obras percibimos una ambigüedad que obliga a la atención para develar las capas de papel, las transparencias de las texturas, las leves variaciones cromáticas del pasado gráfico, los límites de los papeles que semejan haber sido realizados mediante un trazo, la presencia de la curva en la grilla, y la vibración leve que producen los acromáticos puros y neutrales que desprenden las formas del plano.

 

Sarsale acepta la herencia de lo artístico como resolución de un problema formal, constructivo, pero se impone fuertes límites, recorta lo artístico disponible. Paradójicamente, la austeridad de medios técnicos consolida la expresión personal, autorreferencial. Esta autonomía permite liberarse del pasado: mediante la repetición de la diferencia ha creado los propios giros de su lenguaje. A renunciar a todo aquello que fuera disonante en su sistema, incluso a la vanidad de la obra, ha definido un hacer desde el sentido profundo de que cada obra debe ser prueba de la virtud de la diligencia. Esta integra la caridad, entendida como amor que vence a la pereza. Tal vez, por ello es posible encontrar frente a su obra el sosiego: la literalidad de la vida urbana con sus estridencias visuales, con el caos continuo de imágenes, ha quedado afuera. Sarsale ha eliminado el ruido, todo aquello externo a la emoción de lo inevitable artístico.

 

En la constancia de un procedimiento (hasta el momento en el que no cobra más relevancia para la comprensión de la obra) se encuentra uno de los caminos para llegar al olvido. Desde una visión positiva, la última serie se titula Oblivion. La memoria que tiene potencia creativa es aquella que surge del olvido, porque no evita que surjan los espectros de lo moderno.

 

Los dos movimientos de esta exposición tienen solo una obra en común, corresponde a una serie anterior Laguna –que también es una palabra usada para señalar un olvido que acontece de pronto– que presenta mayor densidad en su materia y dominancia del negro, enfrentada a la liviandad de Oblivion. Laguna como si fuera el sueño nocturno, es la memoria del olvido. El viento que escapa a sus insomnios.

 

Roberto Amigo

Agosto 2022

Where Oblivion Dwells

Donde habite el olvido, / en los vastos jardines sin

aurora; / donde yo sólo sea / memoria de una

piedra sepultada entre ortigas / sobre la cual el

viento escapa a sus insomnios.

Luis Cernuda

Jorge Sarsale creates new shapes by building -not an arbitrary verb- a precise composition with paper strips on a support that is unique to him. This technique departs from the random juxtaposition of modern collage, where every fragment would keep its identity, to consolidate itself as the concept of a method. The artist is aware of the crisis of modern elements in late contemporaneity. He therefore works with its remains, like paper itself, and the resulting image adheres to the aesthetics of abstraction; and allows the observer to agree that the work structure maintains a value criterion.

 

This material nature -as fragments of reality- implies restraint (an indication of a technical obsession akin to the neurosis of always being yourself). Sarsale organizes his artworks in series that share one feature: in case of dissonance, harmony arises through the space arrangement of artworks. Under the nihilism of monochrome, the viewer will discover in OBLIVION not just displaced and juxtaposed ellipses or geometric curves, but also unexpected tonal illusions.

 

Each series constitutes a form of organization that leads the artist to a reflection on iconicity, and that is propelled to real space by the harmonic sequence. The result of each artwork, in varying sizes, is an elaborate surface of delicate plastic qualities where differentiation has been mastered.

 

Although Sarsale’s own mark is intentionally absent, his abstract works are full of formal sensitivity and very distant from the modern functionalist approach to rationality.

Their ambiguity engages the viewer’s attention to unveil layers of paper, texture transparencies, subtle chromatic variations of their graphic past, paper edges that seem to have been made with a stroke, the presence of curves in the grid and the light vibration resulting from the pure and neutral colorless elements that emerge from the shapes on the surface.

 

Sarsale comes to terms with the artistic legacy insofar as it is the solution for a constructive formal problem, but he imposes himself severe limits and scales back the available artistic panoply. His personal and self-referential expression is paradoxically strengthened by the austerity of technical means. This autonomy allows for a liberation of the past: the repetition of the difference has created the elements of his particular language. By discarding anything that could be dissonant in his system, even the vanity of the work, Sarsale has defined his artmaking with a deep feeling that each piece must give proof of the virtue of application, understood as love that conquers laziness. It is the reason why one can find peace in his art, where urban life visual stridencies and permanent chaos of images vanished. Not only has Sarsale eliminated noise but also everything unconnected to the emotion of what is inevitably artistic.

 

Through persistence in a procedure (up to the moment when it stops being relevant to the comprehension of the artwork) the artist finds one of the paths to oblivion. Oblivion is, from a positive perspective, the name of the last series. Memory can have a creative power only if it derives from oblivion to the extent that it does not prevent the ghosts of modernity from appearing.

 

The exhibition’s two developments share one single work that belongs to a previous series called Laguna -a word also used in Spanish to indicate a sudden lapse. Its material thickness and black as the dominant hue contrast with the lightness of Oblivion. Like the nocturnal dream, Laguna is the memory of oblivion. The wind that flees from its sleeplessness.   

 

 

Roberto Amigo

August 2022

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