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Horacio Zabala, Los bordes del campo visual

 

La obra de Jorge Sarsale está realizada con volúmenes geométricos monocromos y policromos de diferentes dimensiones y proporciones, dispuestos a ambos lados de la sala. Contra una pared hay volúmenes negros apoyados en el piso. Suspendidos en la pared opuesta los hay de diferentes colores y tonalidades.

 

La experiencia estética es pictórica y arquitectónica a la vez. La obra está proyectada y construida para ser recorrida por nuestra mirada y nuestro cuerpo. La voluntad de medida, orden y exactitud de los llenos y los vacíos crea consonancias y disonancias en las superficies minuciosamente pintadas. La interpenetración de los colores, los saltos y variaciones de las tonalidades crean nuevos efectos que dependen de nuestros desplazamientos. Estos generan secuencias temporales que vinculan instantes distintos: la espera, la anticipación, la sorpresa.

 

El minimalismo cumplió 40 años. Jorge Sarsale es un postminimalista que acepta las formas primarias elementales, pero que traiciona el histórico rigor constructivo por medio de la vibración y el temblor de los efectos cromáticos. La serie de módulos está emplazada en el espacio blanco para eludir la contemplación frontal e inmóvil. La obra exige ser explorada a distintas distancias por una mirada errante y parcial, lateral e intermitente. Mirar es mirar dos veces.

 

La estructura de la obra es compleja. La percepción simultánea de sólidos, colores, superficies, tonalidades y distancias tiene el carácter de una inmersión. Los módulos del sistema serial están organizados en el espacio como una totalidad que niega las jerarquías. Sin embargo, algunos aparecen muy claros y definidos, otros pierden su definición, y otros aún quedan afuera de nuestro campo visual.

La obra de Jorge Sarsale habita en los bordes entre la proximidad y la lejanía, entre el encuentro y el pasaje, entre el placer del ornamento y el silencio de la reiteración.

 

Horacio Zabala

Enero, 2005

Horacio Zabala, The boarders of the visual field

 

Jorge Sarsale’s work is made of monochrome and polychrome geometric volumes of different dimensions and proportions hung on both sides of the room. Against one of the walls, on the floor, there are black volumes. On the wall opposite there hung volumes of different colours and shades.

 

The aesthetic experience is painterly and architectural at the same time. The work is planned and built to be explored both with our eyes and our whole bodies. The search for measure, order and precision in both the filled and the empty spaces creates consonance and dissonance on the carefully painted surfaces. The blending of the colours, the leaps and variation in shades create new effects as we move along the pieces. Temporal sequences arise which link different moments: expectation, anticipation, surprise.

 

Minimalism is forty years old. Jorge Sarsale is a post-minimalist who accepts elementary primary forms but departs from the historical constructivist canon through vibration and tremor in the chromatic effects. The series of modules is hung in the white space in such a way as to elude frontal, still viewing. The work demands exploration at different distances by an erratic, partial viewer: a lateral and intermittent viewing of the work. Looking means looking twice.

 

The structure of the work is complex. The simultaneous impact of solid volumes, colours, surfaces, shades and distances are of the nature of immersion. The modules of the serial system are organised in space as a tonality that defies hierarchies. However, some of those modules appear very definite and clear, others remain outside our visual field.

 

Jorge Sarsale’s work dwells on the borders of proximity and distance, somewhere between encounter and passage, between the pleasure of the moment and the silence of iteration.

 

Horacio Zabala

Summer, 2OO5

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